Ficciones de la violencia de Imanol Caneyada: una lectura del hiperrealismo
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesLa novelística de Imanol Caneyada (San Sebastián, 1968) refiere al mundo del narco en sus múltiples aristas. Escritor español afincado en México, desarrolla una obra -
En el espacio del norte del país, el contexto de la corrupción sociopolítica y la tensión narrativa que propone Imanol Caneyada, escritor hispano-mexicano -en especial en dos novelas de su autoría:
De este modo, busca establecer una relación dialógica con los procesos extratextuales. Su práctica se relaciona con la de otros muchos escritores, con los cuales coincide en temáticas y diverge en formas (y que de algún modo constituyen un marco de referencia de su escritura): David Toscana, Patricia Laurent Kullick, Cristina Rivera Garza, Heriberto Yépez, Amaranta Caballero, Liliana Pedroza, Mariana Martínez Esténs, Teresa Avedoy, Dolores Dorantes, Luis Jorge Boone y Carlos Velázquez.

			Queda establecido, al menos por la nómina, el número y la trascendencia de la obra publicada por Caneyada (18 libros, la mayor parte novelas o volúmenes de cuentos, desde
Este trabajo pretende poner en evidencia el hecho de que las novelas
Así, el hiperrealismo se entiende como una red de relaciones de la narrativa ficcional con las prácticas y los procesos extratextuales, de modo que las novelas tienden a parecer más
En las obras analizadas de Caneyada se entiende el hiperrealismo en tanto estrategia de configuración del universo ficcional, como el reconocimiento de la violencia en términos críticos y plurisignificativos, lo que conduce a un ejercicio de comprensión de la realidad (textual) de las relaciones humanas en la era fallida y artificiosa de la globalización.

			
En
Apenas fue un comentario de treinta segundos en el noticiero nocturno. Una joven de origen mexicano falleció a las horas de recibir un impacto de bala en el lugar de los hechos. [la recepción del Holiday Inn en Montreal] Mafer Corona, de veinticuatro años, era estudiante de derecho y trabajaba como recepcionista en el hotel donde murió acribillado uno de los hombres más buscados por las autoridades mexicanas y de Estados Unidos.

			
Esta novela se construye a partir de la diferencia entre dos países: dos culturas; dos prácticas contrastadas de la violencia. El análisis detallado de distintas visiones del mundo, que van desde la política hasta la evidencia del funcionamiento disímil del aparato policiaco y la asunción identitaria, permite reconocer en este texto la complejidad de la ficción criminal como metáfora ácida y lúcida de las globalizadas sociedades contemporáneas del llamado primer mundo. Las características propias de este conjunto de prácticas culturales parecieran, a primera vista, coincidentes con otras similares de países en desarrollo con los que coinciden en problemáticas tales como el narcotráfico y la migración.

			Se explicita, por tanto, una realidad transfronteriza que, en términos ficcionales, se yergue sin solución de continuidad como espacios convergentes y estrechamente vinculados, más allá de perspectivas políticamente correctas que buscan encapsular la violencia en determinadas geografías culturales. En el siguiente fragmento se visibiliza el contraste -y la convergencia- entre una escena protagonizada por un asesino de un cártel mexicano, quien ha caído en desgracia, y la (otra) vida cotidiana de un policía en Montreal un par de días antes de su cumpleaños.

			Una especie de melancolía. La confirmación final de una posibilidad presente cada minuto desde el primer gramo vendido, desde el primer alijo contrabandeado, desde el primer fulano al que se le mete un tiro en la frente. En formación de ataque, los uniformados avanzaron hacia Ezequiel. Percibió el miedo en sus ojos, el ruego de que no fuera a sacar el cuerno de chivo de debajo del asiento con la intención de llevarse a dos o tres por delante antes de que le reventaran los sesos.

			[…]

			-Mais c'est inutile, demain j'y pars.

			Sí, es inútil, pienso. Ve a disfrutar de tu mundo inmaculado donde los cadáveres son una página en el periódico que puedes pasar al instante. Se marcha sin beso de despedida. Antes de azotar la puerta, me anuncia a gritos que tengo una semana para pensar qué es lo que quiero realmente de esta relación.

			No está nada mal como tarea.

			
Lo que se evidencia 'la necesidad de pensar más allá de la linealidad de la cartografía sociohistórica de la modernidad occidental',

			
Sin embargo, a diferencia de Afganistán o Colombia -por referir dos países especialmente señalados como productores de droga en las últimas décadas-, con el desarrollo de una cultura asociada a su producción, distribución y venta (interna y externa), en el caso mexicano, la propia historia marca pautas de una tradición que facilitan, en cierta medida, el desarrollo de una industria ilegal.

			
Desde la sociedad prehispánica (teocrática, desigual
Con estos antecedentes, la política mexicana se constituye en el lado oscuro, y el referente exótico en el contexto de la narración de Caneyada frente a la (frágil, aparente) normalidad del espacio canadiense que, por su parte, debe enfrentar sus propios demonios.

			Se que detrás de la insoportable civilidad canadiense y sus leyes de equidad, hay un batallón de hombres con un bat de beisbol en las manos. Como aquel pobre diablo que, en la barra del Kilomètre Zero, murmuraba al contemplar las evoluciones de la bellísima cantinera: Y luego se preguntan por qué las matan.

			
Esto es resultado de una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado cuando la violencia de sus ciudadanos modelo sale a la luz, a partir de la propia construcción idealizada de cara a la imagen negativa de los otros dos países americanos del hemisferio norte, Estados Unidos y México. En el caso mexicano la
Quisiera no tener memoria. Así como este señor gobernador momificado, este Tinín conservado en formol. Porque mi memoria es la del remordimiento, la de la conciencia del absurdo de mi vida. […] Me he aburrido con los densos ensayos de
Impunidad y criminalidad, violencia y corrupción son fenómenos interrelacionados (en términos de sinergia) parte de la realidad del país donde se ubican las novelas de Caneyada. Sin embargo, no se trata de un fenómeno novedoso (en tanto recreación literaria de una sociedad corrupta) si consideramos que desde el
La novela
rebuscadores de cloaca, revolcadores [sic] de cieno [...], el
López Peláez pierde de vista la complejidad y la contradicción del fenómeno humano, así como la ineludible
[e]ntre las 34 economías que integran la OCDE, México volvió a ubicarse en el último lugar (34/34) y le separan 86 y 79 lugares de sus principales socios económicos -Canadá y Estados Unidos- respectivamente […] La escala del problema es enorme. 68% de los países alrededor del mundo tiene un serio problema de corrupción […] Ni un sólo país, en ningún lugar del mundo, está libre [de esta práctica].

			
De ahí que la literatura que representa de manera hiperbólica unos datos duros sobre una situación verificada se conforma como hiperrealista, desarrollando su trama a partir de detalles que ubicamos en el mundo extratextual, lo que al interior del relato lo tornan aún más artificioso: la literatura no es el mundo. En
Era una misión sagrada, un acto que le daba sentido a la vida de Ana Luisa de García. Además, hacía una mañana espléndida para la caridad. […] Después de tres semanas, ese día, plena de misericordia, encabezaba en su Lincoln MKZ dorado el convoy que se dirigía rumbo a un barrio que figuraba entre los más pobres del país, donde las niñas eran violadas antes de entender qué era un hombre […] Donde los niños jugaban a la tortura y al homicidio. Donde los adultos encontraban en el cristal la fuerza para exterminar a su familia, de raíz o lentamente, según el grado de desesperación.

			
Para identificar esta situación extraliteraria en la ficción de Caneyada, valga referir un fragmento de la novela.

			[T]erminar así con la pesadilla de la maquinaria judicial, grotesca y tautológica. Había sido tantas veces testigo de la cobardía de seres sanguinarios, que la persistente negativa de esa joven a aceptar el robo del dinero en la casa de gobierno la convertía, a los ojos del policía, en la irrefutable evidencia de que el sistema del que era cómplice estaba podrido. Él mismo estaba podrido y ya no tenía coartadas.

			
Nada salva del poder corrupto a los personajes, de la conciencia de sí mismos excepto la locura… que no es otra cosa sino la aceptación de la contradicción esencial de la convivencia humana con una lógica distinta. La literatura de la violencia no es una literatura que difiera de la habitual, asociada al
Sin embargo, cuando las circunstancias sociohistóricas condicionan un mundo en el cual la violencia se ha constituido como la manera sistemática de operar en las relaciones humanas, como en el caso de una guerra, de una revolución, de perpetuos conflictos por territorios, o bien como en el caso que nos ocupa, el complejo paradigma de la corrupción en México y el contraste entre la socio y la psicopatía,

			
Un caso con tufo a primer mundo. Un loco que secuestra mujeres solitarias y se las da de comida a los perros. Un perfecto desquiciado como los miles que deambulan hablando solos por esta ciudad en busca de una buena azotea para sus ansias de francotirador. Yo también subiría a un décimo piso para sorrajarle cuatro tiros al primer sujeto que se me pusiera en la mira. La idea me provoca. Un balazo seco en la frente del señor gobernador [quien habla es su ayudante]. Pum.

			
Esta violencia sin sentido desde una perspectiva del extrañamiento -en el sentido de Sloterdijk-,

			
De manera paralela, las modernas sociedades postmodernas y civilizadas del siglo XXI parecieran verse permanentemente confrontadas por una violencia que sus ciudadanos prefieren eludir u omitir de manera intencionada para no mirar a los ojos a lo que subyace bajo el barniz de cultura, en los términos propuestos por Nietzsche.

			
El miedo ante aquello que no se puede controlar y, sin embargo, amenaza con corromper desde dentro la seguridad sujeta con alfileres de la realidad fictiva de la
En las primeras dos décadas del siglo XXI, a la par que se exacerbaba una compleja situación en torno al tráfico de armas y drogas entre Estados Unidos-México, se ha desarrollado una literatura distinta, obligada en parte por un tema que va más allá de la agenda pública o una tendencia de moda: una literatura de la denuncia y el testimonio; de la reflexión y la autocrítica que se asoma al abismo con la posibilidad de perderse sin posibilidad de escape, un hiperrealismo que se nos muestra con crudeza y se aproxima al espectáculo
[U]na especie de escalofrío de lo real, o de una estética de lo hiperreal, escalofrío de vertiginosa y truculenta exactitud, de distanciación y de aumento a la vez, de distorsión de escalas, de una transparencia excesiva. Placer por exceso de sentido precisamente cuando el nivel del signo desciende por debajo de la línea de flotación habitual del sentido.

			
El detalle y la
De manera más o menos directa, podemos relacionar esta tendencia hacia la violencia con la literatura colombiana del sicariato, surgida en el momento histórico del encumbramiento del narcotráfico desde el Cono Sur hacia Estados Unidos. Sin embargo, en México desarrolla características propias vinculadas con la migración ilegal, las complejas relaciones económicas y culturales en el espacio geográfico fronterizo y el claro distanciamiento de la frontera con respecto al centro político del país, la capital.

			Caneyada construye y propone una literatura que desdeña a la policial clásica; desarrolla una narrativa negra, o narrativa criminal en términos de José Valles Calatrava, para tratar de mirar la realidad de ese espacio a través de un cristal que nos recuerda mucho la objetividad del naturalismo francés, que pone en evidencia los aspectos más sórdidos de las sociedades urbanas y la crítica del primer -y más visceral-
Así, esta literatura compleja desarrolla la transgresión marcada por la violencia y la vuelta al revés de las convenciones morales, poniendo en evidencia la corrupción de la sociedad contemporánea y algunas de sus contradicciones. La huida de los personajes de
El Cheque Ahumada entró en el Cereso un martes a las tres de la tarde. Hacía frío, frío de desierto. […] El reo caminaba con una calma burlona por el largo pasillo gris que daba a las celdas. En sus ojos había un vacío que amedrentaba a los guardias. […] Un día antes los habían adoctrinado con una insistencia nunca antes vista. No se trataba de un raterillo, de un vulgar carnicero, de un secuestrador de poca monta, de un sicario de bajo perfil. No de un cholo que tiraba gramos sueltos en el zaguán de su casa. No de un violador de sobrinas o hijas o vecinas adolescentes. […] No, que les quede claro, había subrayado el comandante. Es peligroso y lo respalda uno de los cárteles más poderosos del país.

			
Al cabo, sin embargo, la narrativa de Caneyada cumple con las características de los detectives de la novela negra que menciona Mempo Giardinelli: 'todos los modernos detectives son solitarios, duros, aventureros y sólo confían en sí mismos'.

			
Se trataba de un café cercano a la universidad. […] En una ciudad donde no se conocían ese tipo de establecimientos, su aparición, primero tímida, luego profusa, significó para sus habitantes la oportunidad de mostrarse sofisticados, mundanos, dichosos. […] Gente bonita, conversaciones agradables, licenciados y licenciadas en carreras absurdas diseñando proyectos en sus laptops, tablets y smartphones. Una burbuja para privilegiados mientras allá afuera la ciudad se caía a pedazos y las calles eran invadidas paulatinamente por miles de deportados que aguardaban el momento de volver a arriesgar el pellejo en la ruleta rusa de la frontera. Por un ejército de adictos al cristal que vagaba sin rumbo. Por un batallón de niños limpiavidrios.

			
Parafraseando a Robert Heinlein, todos los personajes son extranjeros en tierra extraña:

			
En
En cierto modo he pretendido poner en evidencia el hecho de que la narrativa de Caneyada define la escritura criminal como fusión de medios del mundo contemporáneo. Esta perspectiva conlleva el reconocimiento de la violencia en términos intermediales y plurisignificativos, esto es, como comprensión de la realidad de las relaciones humanas en la era fallida y artificiosa de la globalización. Lo que impera es el desencanto, la afrenta ante los hechos consumados, la realidad que se nos viene encima desde la ficción:

			A diferencia de lo que se suele creer cuando se habla de la literatura como evasión,
Por contraste, en México las cosas no son lo que parecen y las instituciones que pretendidamente salvaguardan el orden no son de fiar, como lo constatan las sensaciones de un personaje de la novela que acaba de ser liberado tras un mes de cautiverio.

			La mezcla de cansancio y adrenalina lo mantenía rígido, tenso, pero inmóvil. El borboteo de radios, celulares y voces lo aturdía. Había regresado a la vida y la vida era un jolgorio de sonidos absurdos. ¿Por qué seguía aterrado si se hallaba en una comandancia de policía a la espera de sus padres?

			
En contraste, la víctima siente con los secuestradores 'una felicidad indecente', a pesar de que representan de manera explícita a los criminales. Sin embargo, más allá del síndrome de Estocolmo, subyace la idea de que al menos los delincuentes (que permanecen en la sombra) son abiertamente lo que son, no hay hipocresía o doblez en sus acciones. Prueba de ello, en el espacio extratextual, es la apreciación de la sociedad mexicana que pone en evidencia el Índice Global de Impunidad que se refirió más arriba, que establece una relación proporcional entre impunidad y desconfianza ciudadana. Al cabo,

			Imanol Caneyada plantea en el texto [en el conjunto de su narrativa de la violencia] que la labor del detective en el mundo y en el México contemporáneo no es tanto investigar quién fue (el famoso
Las ficciones de Caneyada acendran el devenir mediático, el flujo de información constante que constituye la realidad objetiva, y hacen posible la reflexión sobre la situación mexicana a partir de explicitar en las novelas un proceso de violencia y corrupción sin límites precisos, donde la responsabilidad es de una sociedad que en la literatura parece mirar hacia otro lado.

		Pareciera un lugar común pero no lo es. Cuestionar en un texto literario la credibilidad de la policía como instrumento del Estado mexicano para la salvaguarda de la seguridad ciudadana socava la propia idea de dicho cuerpo. Contradice de facto, para dimensionar este aspecto de la narrativa negra latinoamericana en general, la propiedad y el sentido ético que define a la mayor parte de las policías europeas (sobre todo nórdicas), teniendo en cuenta el auge de los últimos años de dicha tendencia literaria. Pero, en un sentido que pareciera convenir al discurso político oficial, pareciera que la violencia literaria (y factual) se circunscribe al espacio del norte del país.

			Los libros de Jennifer Insley y Frauke Gewecke

			
Pero al cabo, de acuerdo con esta reflexión, no parece haber una distinción clara entre las acciones de la policía u otros organismos validados por la legalidad del Estado, y aquellas que se desencadenan a partir de las acciones corruptas de políticos y empresarios mexicanos en el seno de una sociedad que no termina de subvertir su propia debacle. De muchos modos el hiperrealismo literario pone en evidencia, en el estrecho nicho del mercado editorial (comparado con otras prácticas culturales masivas), las contradicciones del sistema-mundo, y del modo en que lo configuramos en términos narrativos.

			Los textos ficcionales de Caneyada, entendidos como hiperrealistas, contribuyen a visibilizar esta circunstancia, en dos sentidos: primero, al proponer relatos sobre casos particulares, que pueden configurar a detalle en los márgenes de la verosimilitud pero sin una obligada comprobación con hechos extratextuales; por otro,
La ficción literaria no alimenta la práctica de la violencia, ni tampoco aporta de manera significativa a su disminución; pero al menos es capaz de establecer vías de comprensión y de cuestionamiento de las narrativas que construimos en torno a ella, de modo que, al cabo, seamos capaces de cuestionar no su realidad, sino su pertinencia y su normalización.

			Confío en que la literatura de Caneyada -y otras similares-, y nuestra puntual reflexión sobre ella, contribuyan a señalar la esencial paradoja de este proceso, en el que todos somos corresponsables.

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El hiperrealismo es un movimiento pictórico y escultórico, especialmente difundido en Gran Bretaña y Estados Unidos a partir de finales de los 60, en que los temas son representados con una exactitud de detalle minuciosa e impersonal; superrealismo y realismo fotográfico (o fotorrealismo) son denominaciones alternativas. Los escultores hiperrealistas acentúan detalles que, en general, pretenden crear una sensación de irrealidad. Este análisis se basa en las propuestas de Jean Baudrillard, Jean. . Barcelona: Kairós, 1978.Baudrillard,
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			Con relación a otras prácticas artísticas, véase a Ruiz, María Nélida. . Madrid: Octaedro, 2006.María Nélida Ruiz,
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